PARA GALA

No eres más que un trozo de piel y huesos acurrucado entre mis vísceras. Un pedazo imperfecto de vida sin apenas rostro humano. Para alimentarte me robas la comida. Para crecer deformas mi cuerpo. Y para demostrar que no estás a gusto me haces daño.

Cuando nado me cuesta respirar y cuando camino me duele la espalda. Por las noches no me dejas dormir. A veces te mueves tanto que parece que mi barriga tenga vida propia. Pero es que ya me he dado cuenta de que mi barriga ya no es mía. Por eso no me importa que la gente se pase el día acariciándola. Te has apoderado de ella como un parásito. Vivo a tu merced.

Dentro de tres meses te expulsaré y lo haré con tal fuerza que los médicos tendrán que vigilar que no salgas disparada como un cohete hacia la Vía Láctea, exactamente de donde vienes. Desgarrarás mi vagina y harás que grite como lo hacen los cerdos durante la matanza.

Una vez fuera empezarás a machacarme los pezones para chuparme la leche y la sangre. Mis pechos serán tu salvación. Mis brazos tu cuna. Y mi casa se convertirá en tu hogar. Mi amor será tu padre, mi madre tu abuela y mi hermana tu tía. No podré trabajar como hasta ahora. Este verano no podré ir de camping y, cada vez que viaje, tendré que pensar si mi destino se adapta a tus exigencias. Interrumpirás mis lecturas, mis baños en la playa y mis partidas de dominó. Sólo para que te haga caso y puedas demostrar tu poder sobre nosotros.

Y entonces ¿Cómo puedo quererte tanto si me estás robando el cuerpo y la vida? ¡Si aún no te conozco y solo me causas molestias! ¿Por qué me emociono cuando adivino tu minúsculo perfil en una ecografía? ¿Por qué tu rostro montruoso en 3D me parece la cosa más deliciosa que haya visto nunca? ¿Por qué he dejado de comer jamón, pastas y patatas fritas sin apenas esfuerzo porque tú me lo hayas exigido? ¿Por qué hasta el dolor es bonito si viene provocado por ti?

Supongo que cuando nos conozcamos, cuando todavía azulada y cubierta de fluidos abras los ojos y me mires, lo entenderé todo. Y me daré cuenta, por fin, de que la paz está entre los pliegues de tu pellejo.

Tengo ganas de verte, pequeño trozo de piel y huesos.