LOS NADIE

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir de pobres,

que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte;

pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.

Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadie la llamen,

aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho,

o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.



Eduardo Galeano

EL CENTRO DEL MUNDO

Me encargan un texto sobre Madrid para una revista universitaria en la que colaboro. Ahi va mi pequeño homenaje a la Puerta del Sol y lo que allí se está viviendo.

Confluencia de calles, historias y gentes. Lugar de visita, peregrinaje y acampada. Centro de la ciudad, del mapa radial español y del mundo entero. Sol. Tres letras para nombrar una plaza que irradia calor, vida, ideas.

La Puerta del Sol, en Madrid, es lugar de parada obligado en la capital española. Por su historia, por sus comercios, por su belleza. Quizás no es el mejor momento para visitarla. O quizás sea precisamente el mejor. Cientos de personas que querían (y quieren) un mundo mejor decidieron reunirse y acampar allí. Y automáticamente, personas de todo el globo siguieron el ejemplo reuniéndose en las plazas de sus ciudades, tal como pasó en nuestra querida Plaça Catalunya.

La entrada ahora a Sol resulta más emocionante que nunca. Siempre lo ha sido, pero ahora adquiere más significado. Como el astro, centro del mismísimo Sistema Solar, la plaza que lleva su nombre fue elegida como centro de reunión, de actividad, de sueños. ¿Dónde vamos a manifestar nuestro cansancio? ¿Dónde cabemos todos? ¿Dónde podremos sentirnos como en casa durante todo este tiempo?

Turistas, helados y compradores de oro se mezclan ahora con los activistas de la igualdad y la libertad. Cientos de mensajes cuelgan de cuerdas de tender y los plásticos azules que componen el campamento por ahora, no impiden que Carlos III vea, a lomos de su caballo, que su plaza vuelve a inspirar a la gente y que ese nombre, Sol, es una casualidad repleta de significado.

Diez calles, doce campanadas, un oso y un madroño. Una ciudad que nunca duerme o que lo hace en la calle, en compañía. Ahora mismo la Puerta del Sol ya es más de lo que era. Es todo lo que era más un campamento ciudadano rebosante de utopía. Es una plaza que guarda el secreto de los lugares que siempre existirán.

¿QUÉ LES QUEDA A LOS JÓVENES?

Palabras del pasado para el presente. Poesía contra la indiferencia.


¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros


¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar
abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar


¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan
abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente



Mario Benedetti