PAISAJES


Vas por la calle. Caminas recto. Al fondo, la estatua de todos los días. A los lados, los árboles de siempre. Delante y detrás, gente que pasea con el periódico del domingo o un helado entre las manos.

Las gemelas pasan, otra vez, por la acera de la derecha. Idénticas, simétricas, no fallan. Es su cita con la vida. Yo sigo mi camino, recto, lineal. Es mi cita con la calle.

Entonces levanto los ojos y me doy cuenta. La estatua de todos los días, al fondo, es hermosa. La “veo” por primera vez. Delante del cielo gris su fuerza se multiplica. Pero no solo reparo en ella. Los árboles de siempre también han adquirido hoy otro significado. Gigantes, imponentes, rodeando a la pequeña estatua, me muestran lo grande que es la naturaleza frente al hombre, o lo pequeño que es el hombre frente a la naturaleza.

Saco una foto. Me parece apocalíptica. El fin del mundo (o un despiadado país de las maravillas).