al principio escribía
para matar el tiempo
-masa gris azulada
que nunca se muere-
luego llegó la necesidad
de rellenar el vacío,
pero solo salían palabras huecas
infladas -como globos-
de una sustancia invisible
que no se podía tocar
entonces empezó a hacerlo
para romper el silencio:
escribir era un grito sordo
en mitad de una nada
repleta de seres
que no escuchan nada
la pluma se convirtió
en una extensión de la mano;
los versos en trozos de tiempo
que se podía tocar;
la tinta era el resultado
de una verdad líquida y oculta
que se revelaba al derramarse
sobre el papel blanco,
sobre esta pantalla negra
de una verdad líquida y oculta
que se revelaba al derramarse
sobre el papel blanco,
sobre esta pantalla negra
así que siguió escribiendo
aunque ya no sabía por qué
y acabó por hacerlo
-solo-
porque ya
no sabía no hacerlo
no sabía no hacerlo