DEBAJO DE MI VENTANA

Vivo en un primero. La ventana de mi dormitorio da a una calle estrecha, alargada, menuda. Cuando me meto en la cama me duermo con retazos de vidas ajenas, con palabras sueltas pronunciadas a escasos metros de donde estoy tumbada. Antes de perderme en mi subconsciente, frases inconexas y emociones de todo tipo rompen el silencio que me invadirá en poco tiempo.


Voz de hombre: "¡Llama a tu abogado! ¡Llámale! ¡Que yo voy a llamar al mío! ¡Taxi!". Al poco, un frenazo, un portazo y el motor de un coche. Tacones que se alejan.

Tres voces jóvenes entonan una canción en italiano desde el final de la calle. Ópera. Son rítmicas, melódicas y estan perfectamente ensambladas. Me asomo. Absorta, en pijama, asisto a una actuación magnífica hasta que los vecinos les mandan callar.

Carcajadas sonoras en plena noche. Chicas que no pueden aguantar la risa. Se ríen de alguien. Han bebido de más. Las risas y la envidia desaparecen con ellas.

Alguien chuta una lata aplastada desde el fondo de la calle. Ni se imagina el estruendo que hace en plena madrugada. Tres minutos eternos. Desidia, vacío. Soledad.

Una chica triste que pasea. Camina, habla por teléfono y llora. Sus palabras son ininteligibles. Se aleja con su llanto.

Sonidos, palabras, pasos, golpes. La vida pasa por debajo de mi ventana mientras yo me alejo de ella. Hasta el día siguiente. Hasta la noche siguiente. De madrugada. Desde mi ventana.