GWENDOLYN ROSENBUND

Gwendi salió de la nada y casi sin querer. Inicialmente era una niña gordita que habitaba un cuadro en la habitación de Gala cuando Gala todavía no había nacido. Llevaba vestido rosa y una diadema que acentuaba su cara redonda y colorada. Empezó a existir una noche en la que Elaine dormía en el diván de hierro negro de la habitación. Elaine no tenía sueño, sólo quería hablar e intentaba hacerlo con Claire y Marthe, que no le hacían mucho caso. Rodeando la habitación con la mirada, Elaine se dio cuenta de que Gwendi la observaba (te pongas donde te pongas, siempre te está mirando, como la Mona Lisa). Empezó a hablar con ella. Le puso nombre para poder dirigirse a ella y partir de ahí Gwendolyn Rosenbund se quedó para siempre con las tres.

Me explico. Esto que parece un cuento inventado es el nacimiento de un personaje que lleva con nosotras desde hace 3 o 4 años (tristemente no recuerdo la fecha exacta). No es que nos pongamos a hablar con el cuadro cada vez entramos en la habitación sino que decidimos convertir a Gwendi en el personaje protagonista de nuestros “cuentos a 3”.

Pocas noches después de la mencionada, sentadas en el sofá cerveza en mano, decidimos empezar a escribir una historia. Una de las tres empezaría la primera frase, otra la segunda, la tercera continuaría y así sucesivamente. Lo que nos salió fue un cuento que ninguna tenía en la cabeza antes de empezar, una historia compuesta por las ideas espontaneas de las tres. Lo llamamos Cuento de Septiembre y decidimos que cada mes escribiríamos uno con Gwendi como protagonista.

El caso es que lo único que mantiene Gwendi en todos los cuentos es el nombre. A lo mejor en septiembre es una lesbiana que trabaja en un vertedero y en octubre una niña que viaja al espacio para salvar a la humanidad. No hay reglas. En el cuento actual Gwendi, embarazada, vive con su hermana pequeña en el Ártico y, por cierto, me toca continuar. Como ahora vivimos en lugares diferentes escribimos los “cuentos a 3” vía mail. Lo malo de este sistema no presencial es que a veces la olvidamos y a lo mejor el cuento se queda parado una semana hasta que Claire, Elaine o Marthe se acuerdan de escribir la frase correspondiente.

La vorágine de nuestras vidas hace que a veces nos olvidemos de ella. Pero al final Gwendi siempre está. Y además nunca se enfada. Vive a través de nosotras y, en cierta manera, nosotras vivimos a través de ella.