Entre ser poeta o simplement viure, hi ha una bella possibilitat, que és viure poèticament | Joan Vinyoli
CERRADO POR VACACIONES
Uno de los motivos es que he empezado a abrir otras ventanas, y todas no pueden estar abiertas porque sino, al final se me llevará la corriente. El otro es que me gusta buscar las palabras muy adentro y eso requiere tiempo. No me gusta usar las primeras que veo. Y el último es que creo esta ventanita necesita un parón. Le irá bien descansar, respirar, alimentarse y volver dentro de un tiempo con paisajes nuevos.
Así que me despido de todos los que habéis estado entrando y leyendo lo que me dictaban mis angelitos y mis demonios. De los que habéis hecho comentarios y de los que no. De los que me habéis criticado (siempre de manera constructiva, por supuesto) y de los que me habéis alabado. Y sobretodo de los que me habéis inspirado cualquier letra y me habéis animado a seguir escribiendo.
Un besito i fins aviat!!
Lunes, 7 de diciembre de 2009.
DE PIEDRAS Y ABURRIMIENTOS
A base de tirar piedras, los tres niños mataban el aburrimiento mientras abajo, un general de pañuelo rojo capitaneaba a un miniejército de incansables soldados. A su lado, un hombre llamado amor le robaba al río su mejor perfil y al fondo, en una caravana escondida, dos chicas vestían y peinaban, pintaban bigotes y pupas y le traían la sombra al tesoro escondido. Mientras, dos fornidos caballeros le decían al Sol que se esperara, o que saliera, ellos también movían la sombra, calentaban orejas y llevaban los bolsillos repletos de átomos.
Una mujer con nombre de copo se ocupó de que la soledad se quedara bien lejos del río. Le ayudó un joven con acento de futbolista que iba tapando agujeros por todas partes y, en medio del lío, una pelirroja inquieta pintaba con rotulador negro una pizarra blanca. Un chico sonriente miraba fotos de su amor y nos encendía la tele. Nos enseñaba que estábamos haciendo algo hermoso y entonces su sonrisa se trasladaba a nuestras bocas.
El señor entrañable pintó la maleta con un pincel de oro y trajo consigo a un amigo que sujetaba a los niños a sus risas y les cubría las piernas con mantas. Entre toda la marabunta, un nervio pequeño con nombre de dibujo animado y sus compinches hacían posible la historia. Escondían el ruido, nos traían comida, nos llevaban a casa. Y un chico con forma de paz miraba, miraba, miraba, se colocaba los cascos, buscaba las voces.
Si no habéis entendido nada es porque no estuvisteis allí. En el río Mundo pasan cosas extrañas. Ya lo veréis.
LA PRIMERA SÍLABA

¿ME BAJAS LA LUNA?

EL BARRIO DE MANUELA
Si buscas un lugar en Madrid en el que valga la pena perderse para no volver a encontrarse jamás, tienes que ir al barrio de Malasaña, oficialmente conocido como “el barrio de las Maravillas”, una mezcla singular de nuevo y viejo, de vicio, lujuria y castidad, de luz y de mucha oscuridad. Un barrio de esos que solo existen en las grandes ciudades.
PEDAZOS

THE READING

LA LLAMADA DEL DOMINGO

GP11

¿Lo habéis visto este año? No ha tenido desperdicio. Nada más encender la tele vi a una mujer con una cabeza muy grande –efecto óptico causado por su peinado fashion-, que hablaba gallego y no se callaba ni debajo del agua. Resulta que esta es la madre de otra que concursa, una binguera con unas tetas muy grandes que en la presentación dijo: “Estoy soltera y entera, no para el que me quiera sino para quien yo quiera”, como si hubiera sido poético muy original. Otra salió diciendo que le gustaban los tíos cachas, rubios y con ojos azules y que a ver si metían uno así en el programa (al rato entró uno así en la casa).
Pero lo mejor de todo fue una (que yo creo que tiene que ser actriz porque eso no es normal), que no se despega de una muñeca a la que llama “Rosita” y que dijo que tiene dos personalidades: “La Rebequita, que es la que soy normalmente; y la Rebecota, que es cuando me enfado”. Fue muy surreal. Y salía en su vídeo metiéndose en la cama con su muñequita y un pijama de niña de 8 años.
También, por supuesto, está el guaperas de turno, un tipo de 32 años que tiene, en Estados Unidos, tres hijos de tres mujeres distintas, y uno de cada raza: uno afroamericano, una mexicana y otro de no sé dónde. El tipo lo decía tranquilo y contento, y lo de las razas le encantaba, porque se siente como muy macho y fecundo.
Luego está la jovencita, una rubita de 19 años con cara de ingenua pero bastante bastante guapa que acabará en la portada de Interviú cuando la echen. ¡Ah! Y este año han elegido a un minusválido, un chico murciano que con 16 años se quedó en silla de ruedas por un accidente de moto. “Voy a demostrar que puedo hacer cualquier cosa, como los demás, ya lo veréis”, decía. Y su hermana, en el plató, con lágrimas en los ojos decía que el chaval había luchado mucho por entrar en la casa, que era un sueño. En fin.
¡¡Me olvidaba!! También han metido a un matrimonio, dos chicas que no pueden decir ni que se conocen ni que están casadas. Se las veía muy felices. A ver cómo están cuando salgan de esa casa de locos/as. Luego ya me fui a dormir, tenía sueño. Eso sí, está claro que la que mejor se lo pasa es la Milá, que habla de ellos y con ellos como si fueran sus vástagos.
Se ve que a todos los candidatos les han hecho un montón de pruebas: entrevistas, exámenes psicológicos, chequeos médicos… Y yo no sé cómo se lo montan, que parece que cada año se superan. A ver si algún día deciden hacer un programa con gente normal.
EL TONTO DEL SEGUNDO

Es tan tonto que ayer, a las diez y media de la noche empezó a dar martillazos. No sé si estaría construyendo un refugio antinuclear o dándose de cabezazos contra la pared pero si mirabas al patio interior, las cabecitas de los vecinos iban asomándose y diciendo “Ssssstth!”. Luego: “¡¿Quieres para ya?!”. Luego “¡Que hay niños durmiendo!”. Y él erre que erre. Lo único que se le oía decir era “¡Hasta las 11 puedo hacer ruido!”. No sé de dónde habrá sacado eso pero el muy limitado no paraba de repetirlo. ¡Ah! Y sus amiguitas (tontas también, dimeconquienvasytediréquieneres) se reían escandalosamente como si fuera superdivertido todo lo que estaba pasando. Supongo que debió ser una de las experiencias más extremas de sus vidas.
DE NOCHE

Durante ese tiempo dejé de soñar. Supongo que las pocas horas que dormía, mi cerebro, agotado para tramar vidas imposibles, las aprovechaba para esfumarse y llevarme bien lejos. Aunque la noche es solo una, la mía se partía en cinco o seis mininoches. Con suerte, en dos o tres. Y el día se alargaba hasta las tantas.
¿Alguna vez habéis estado sin dormir mucho tiempo? Hablo de meses, de casi un año. Espero que no.
Pero ahora que lo escribo, ese tiempo ya pasó. Adoro la noche. Siempre la he adorado. Adoro el silencio, la penumbra. Adoro incluso mis pequeñas pesadillas, sobre todo cuando soy capaz de cambiarlas en el transcurso del sueño. Adoro abrir los ojos y ver que aún me queda una hora, o tres, o seis. Adoro oír los ruidos lejanos, los grifos de los vecinos y las voces (flojitas) de los que pasan por debajo de mi balcón. Adoro pensar que todos estamos tumbados a la vez, durmiendo o soñando con vidas imposibles.
Hace un tiempo que mi noche ha vuelto a ser una y ahora ya sé que temerle no sirve para nada.
"Habrá pocos entre nosotros que no se hayan despertado algunas veces antes del alba, o bien después de una de esas noches sin sueños que nos hacen casi enamorados de la muerte, o después de una de esas noches de horror y de alegría informe, cuando a través de las celdillas del cerebro se deslizan fantasmas más temibles que la misma realidad, animados con esa vida intensa propia de todo lo grotesco, y que presta al arte gótico su paciente vitalidad, ya que ese arte es, pudiera imaginarse, especialmente el arte de aquellos cuyo espíritu ha sido turbado por la enfermedad de la revêrie (del ensueño)".
Oscar Wilde. El retrato de Dorian Gray.
LA JUSTIFICACIÓN DE LOS NECIOS

Me ha hecho pensar. ¿Creo en ella porque me conviene? Ya me vale. Yo estoy esperando a que mi musa regrese y resulta que no va a volver nunca. Y no solo no va a volver, sino que nunca ha estado conmigo. Estoy para que me ingresen.
Vamos a ver qué dice la RAE sobre las musas en general:
"2. Ilustración o movimiento sobrenatural que Dios comunica a la criatura." ¡Uy!¡ Aquí aparece Dios! Y yo debo ser la criatura.
"3. Efecto de sentir el escritor, orador o artista el singular y eficaz estímulo que le hace producir espontáneamente y como sin esfuerzo." ¡Eureka! Esta es.
¿Habéis leído la última parte? “Y como sin esfuerzo”. O sea, que si te esfuerzas a lo mejor no hace falta que tengas presente a tu musa, porque el empeño la suplirá. Es una buena definición… Yo, como amante de la literatura enamorada de la escritura, crédula de todo, temerosa de nada, encuentro a mis musas en cualquier rincón.
Ahora mismo me están picando a la puerta. Dicen que escriba algo sobre Óscar Pérez, que se ha quedado en la montaña ya para siempre. Pero esta mañana me decían otra cosa, que os hablara de Madrid en agosto. Y el mes pasado, una musa de carne y hueso me pidió que escribiera un texto antimundo, cangándome en todo y en todos. Yo le dije que no, porque entonces los pocos que me leen dejarían de hacerlo, pero en realidad no descarto hacerlo algún día.
Con esto quiero decir que, en un estado normal, sin tristezas ni nubarrones que me las escondan, yo veo a las musas en todas partes, así que supongo que soy una meganecia. Se lo voy a decir a mi cuñao, aunque también le daré las gracias por haberme hecho pensar en ello.
Y se ha levantado un viento horrible.
Cuando se te muere alguien, viajas a lo más profundo de ti. Te deshaces de todo y te quedas con lo que eres, nada, un trozo de piel, huesos y vísceras. Te das cuenta de que absolutamente nada importa, porque cualquier día te puedes ir sin ni quiera despedirte. Cuando se te muere alguien también intentas viajar a lo más profundo de ese alguien. A lo mejor pronuncias su nombre en voz alta, como intentando invocarle, como llamándole, porque no puedes entender que ya no exista. Cuando ese alguien es joven y fuerte, entenderlo es aun más complicado. Cuando además está a punto de ser padre y tiene un montón de amigos que le quieren, el absurdo es total. Y cuando, además, la puta parca ha venido a visitarle estando a cientos de kilómetros de casa te dan ganas de gritar y maldecir al mundo entero. Solo se siente rabia. Y solo se puede llorar. Y escribir cuatro palabras. Y callar.
Hasta siempre Dani.
UN CHAMÁN MUY CUTRE

Empiezo a leer: “Vidente médium directo”. Más abajo, en mayúsculas y negrita: “NO HAY PROBLEMA SIN SOLUCIÓN”. ¡Hostia! Y yo sin saberlo. Sigo: “El Maestro Chamán africano resuelve todo tipo de problemas y dificultades”.
a) Que le encuentre un trabajo a mi padre.
b) Que resucite a mis yayos.
c) Que haga que mi hija no llore cada vez que la dejo en la guardería, y
d) Que haga que mi casa se limpie sola (a lo mejor eso es lo que quería decir lo de “limpieza”).
LA CROQUETA QUE SOBRÓ AL MEDIODÍA

Un final que, en el fondo todos conocíamos de antemano, pero nos negábamos a aceptar esa cruel realidad. Iba a parar irremisiblemente al cubo de la basura (orgánica, por supuesto, ya que somos seres bien adiestrados por nuestros superiores).
Nuestra hipocresía nos obligaba una vez tras otra a afirmar “guárdala, ésta me la como yo por la noche” o “métela en la nevera que no se vaya a estropear”. El caso es que la pobre, en su minúsculo platito (hasta para eso fue cutre) navegaba de la mesa al poyete de la fregadera, de allí al estante más vacío del frigorífico y, como estorbaba siempre, allí donde estuviera, siempre se encontraba otro lugar para ella. Ahora la poníamos debajo de las alcachofas y encima de los pimientos resecos.
POBRECITOS ASESINOS

Mi padre está precupao. Dice que no duerme por las noches porque, después de tanta confusión, hablando con tanto Confucio, no tiene claro qué prefiere la gente o, mejor dicho, qué le horroriza más. Así que propone una chapuza democrática para saber de qué pie cojea el pobre ciudadanillo. Insisto, esto no es mío, es de mi padre. Es un encargo y aprovechando que mi musa está de vacaciones, así publico algo.
De paso, si os parece bien, podéis añadir algo sobre ¿qué haríais cón un asesino monstruoso si vosotros fueráis la ley?
También dice que felices vacaciones y que tengáis cuidado con la DGT y la SCT porque si tenéis hipotequillas y algún que otro gasto extra acabaréis pidiéndome el móvil de mi papá para crear una plataforma contra la inquisición y destruir a los nuevos Torquemada.
MUSA DE VACACIONES
La foto es de un lugar que me cautivó: un monasterio abandonado en la isla de Lokrum (Dubrovnik), donde la vegetación se lo está comiendo todo y donde los árboles crecen torcidos, enroscados, en lugar de ir directos hacia el cielo.
EL CAMINO DEL SUFRIMIENTO

CUESTIÓN DE ENERGÍAS
LAS TOMATERAS DE PAPÁ

Y es que mi padre no hace sólo eso de regarlas, hablarles, vigilar que no les dé mucho el sol... Mi padre las acaricia. Sí sí, les habla mientras las riega y luego las acaricia. Se preocupa tanto por ellas que incluso pone mala cara cuando la mano minúscula de su adorada nieta se acerca a un centímetro de ellas.
UNA MARIPOSA EN EL VAGÓN

El otro día me envalentoné y levanté la cabeza para mirar hacia arriba. Descubrí algo maravilloso: una mariposa con grandes alas de colores revoloteaba entre los fluorescentes del vagón. Estaba tan fuera de lugar… Sin embargo nadie reparó en ella. Había que levantar demasiado la cabeza. Supongo que si la hubiera visto en el monte no me hubiera parecido tan hermosa. Pero allí, en medio del gris y el amarillo, en medio del ruido metálico y las conversaciones de nada, me pareció algo extraordinario.
Cuando me bajé, ella todavía seguía allí intentando llamar la atención de los que no podían atenderle. Supongo que debió morir agotada de golpearse contra los fluorescentes. Debió caer al suelo sucio después dar vueltas durante horas en el techo luminoso. Debió morir cegada, sin ver a los de abajo. Pero tampoco los de abajo podían verla a ella, así que eso es lo de menos. Con suerte, al caer derrotada, fue barrida y lanzada a una enorme bolsa de basura llena de colillas, latas y papeles. Con menos suerte, alguien la pisoteó antes de cerrar los ojos del todo y la aplastó esparciendo sus minúsculas vísceras por el suelo frío.
Se equivocó de camino y acabó en un mundo que no es el suyo. Sufrió más de la cuenta, eso seguro. Pero gracias a ella, empezaré a mirar más hacia arriba y a olvidarme de los zapatos del de delante.
ADIÓS, HASTA SIEMPRE, GRACIAS

Gracias a nuestroseñortodopoderoso, al que aludo tan a menudo, estos tres grandes que se han ido y otros que ya se marcharon hace tiempo, nos han dejado un montón de palabras en el aire. Escritas, cantadas y recitadas. Poemas, relatos, canciones, ironía, imágenes, sobre todo belleza, mucha belleza.
Pero además de todas esas palabras tenemos la suerte de que aún nos quedan un montón de cosas más, así que no tenemos por qué ponernos tristes. “Nos queda el mar y buen pescado que comer a tu lado. Nos queda Oaxaca, San Pedro y amigos que no nos quieren cambiar. Nos quedan canciones que alegran los corazones y nos queda Santo Domingo si nos dejan volver”. Son palabras de otro grande, a ver si adivináis quien es.
También nos queda Leonard Cohen, Murakami y Pamuk. Y Andrés (Calamaro) y Loriga y otros tantos. Nos queda la playa, el chocolate y señoritos y señoritas por conocer. Nos quedan los buenos libros en un asiento incómodo de metro, un batido frío bajo el sol de la tarde y largos paseos en bicicleta. Nos quedan los cuentos de algún amigo. Nos quedan un motón de abrazos y millones de besos.
Nos quedan tantas cosas… Él también lo vio.
Mario Benedetti - 18/05/09
NO ME IRÉ MAÑANA
Hoy he visto caer a trozos
la barrera del sonido,
y brotar de entre los escombros
horizontes hasta ayer prohibidos.
Caminos hacia el frío
calor futuro.
Hoy he visto lanzar la flecha
y llover fuego del cielo,
recordando que del espacio
el principio-fin está en el suelo.
He sentido como ruge el mar
y la tierra abrirse de par en par,
un abismo que sonrie e invita a entrar
en un juego sin legalizar.
No me iré mañana
no sin antes algo más que ver,
no me iré mañana
aun es pronto para envejecer,
no sin nadie más que conocer...
calor futuro,
mirar este mundo en paz
y nunca de reojo más.
INFIELES

Ya escribí una vez que yo me enamoro continuamente de un montón de cosas y personas: de un pelo bonito, de una canción, de unos zapatos rojos o de una voz. Pero claro, yo no me enamoro de la totalidad de un ser humano continuamente, sino solo de alguna/s parte/s. Y el “problema” de mi amiga es que está enamorada de la totalidad de dos seres humanos.
Como nunca me ha pasado, me pregunto y me he preguntado muchas veces ¿Es eso posible? Para mí no es posible, amiga. O sea, si tú estás realmente enamorada/o de alguien y le das todo tu amor entero, ¿Te queda aún amor suficiente para otra persona completa? ¿O es que solo le estás dando un trocito? Quizás no debería hablar en términos cuantitativos porque el amor no se mide en centímetros ni se pesa en kilos pero… hay un límite ¿no?
Amiga anónima, considero que seguro que hay una de esas dos personas que tiene un trozo más (de ese amor que te rebosa) que la otra. A lo mejor a simple vista no se ve, pero seguro que es así, dudo mucho que estén empatados. Entonces… ¿Solución? Ninguna. Solo tú la tienes. Eso sí, te doy la enhorabuena por dar tanto amor, que es lo que necesitamos en estos tiempos de crisis y gripes que corren. Y además (esto es un secreto) considero que la infidelidad está sobrevalorada, tanto por los que la cometen como por los que la sufren.
Me pediste un punto de vista objetivo y no te lo he dado. Más que nada porque soy, y me congratulo, súper subjetiva, como todo humanoide que se precie. Te mando un beso anónimo y un empujoncito para que superes ese bache bendito.
ESCRIBIR ENTRE LÍMITES

UN AÑO LLENO DE COSAS

Lejos de haber sido el año más radiantemente feliz de mi vida, el que va del 22 de abril de 1008 al 22 de abril de 2009, ha sido el más caótico, desordenado, eufórico, feliz, infeliz y sobre todo, cansado. Muy cansado. He aprendido muchas cosas y aun estoy averiguando otras. He aprendido, sobre todo, a sobrevivir durmiendo una media de cuatro o cinco horas por aquí y dos o tres por allá. A descansar a trozos, a despertarme sobresaltada a media noche y descubrir que los bebés no entienden de horas.
He descubierto que sufro más de la cuenta, que me angustio gratis y que mi cuerpo recibe esa angustia en forma de delgadez. He descubierto que, aunque no duermas, si alguien te despierta con una sonrisa limpia y nueva, el día empieza bien. He descubierto que eso que llaman depresión postparto existe. ¡Y tanto que existe! Y es que lo más maravilloso del mundo, que es tener un hijo, no puede venir solo acompañado de alegrías.
He descubierto que, como alguien me dijo hace muy poco, un hijo es un “multiplicador” de todo. O sea, que lo bueno es increíblemente estupendo y lo malo puede llegar a convertirse en la peor pesadilla. ¿Vale la pena? Sí, vale la pena. Vale la pena mirar unos ojitos que te escrutan hasta las entrañas y que solo revelan paz. Vale la pena reconocerte en un ser pequeñito y ver como cada día descubre cosas increíbles como por ejemplo el ruido que hace un papel de periódico al romperse o el sabor ácido de la naranja. Vale la pena ver como ese trocito de ti y de la que persona a la que quieres se remueve por casa como si explorara un país perdido. O la euforia que siente cuando te ve después de varias horas sin hacerlo.
Vale la pena verla dormir, sentir su respiración acompasada y taparla para que no pase frío. Vale la pena recibir su primer beso y, sobre todo, su primer abrazo. Vale la pena llevarla al parque y verla acumular piedrecitas minúsculas entre los dedos. Observarla mientras abre los cajones y descubre emocionada una caja llena de Tampax que irá sacando uno a uno como si se tratara de gemas preciosas.
Vale la pena mirarla, solo mirarla, y dejarla hacer. No decirle nada. Observar como esos deditos que distinguías en una ecografía ya cogen cosas y obedecen a la cabecita que tanto te costó expulsar. Supongo que es el milagro de la vida. Qué palabras tan grandes –milagro, vida- para una cosa tan pequeña. Igual que el dolor y el amor que puede llegar a provocar. Enormemente pequeño.
AGARRARSE A LA VIDA

Con este panorama no quiero eludir a la gente para que venga a visitarme. Simplemente me ha hecho pensar en el dolor que nos rodea sin ni siquiera darnos cuenta. Cómo, mientras yo leo, duermo o hago la comida, dos metros más abajo o en la pared de al lado, hay gente que intenta agarrarse a la vida con una determinación heroica. Cómo el tiempo consume y debilita hasta la extenuación sin dar tregua a un cuerpo enfermo que apenas puede levantarse y que, si lo hace, caerá golpeándose contra cualquier mueble.
La semana pasada mi vecina enferma de cáncer, inteligente y con un gran sentido del humor, se tomaba su tiempo para subir seis escalones. Estaba acompañada de su asistenta y supongo que ya amiga fiel, una chica cariñosa y sonriente que la ayuda desde hace años. Siempre están juntas. Ahora ya casi no se las ve y sí se ve que mi vecina recibe más visitas que nunca.
Hace tres días los perros de abajo empezaron a ladrar de madrugada. Lo hacían tan fuerte que nos despertaban continuamente. Enfadados, intentamos buscar una explicación y la respuesta que obtuvimos fue que los caninos se revelan contra cada enfermera que entra por la puerta para cuidar de su ama. Supongo que también se ponían nerviosos con cada caída. Entonces callamos. Que ladren. Ellos también sufren lo suyo.
La muerte se pasea por aquí fuera y es posible que llegue el día menos pensado. Arriba, abajo, a la izquierda o a la derecha, da igual. El dolor acecha mientras nosotros nos preocupamos de nuestras rutinas, esas a las que damos una importancia extrema. Solo cuando la Parca viene de visita somos capaces de adivinar cuales son las cosas que realmente importan, o sea, casi ninguna.
UNA MUJER FUERTE

Se pasa el día sentada en su sofá. Ahora apenas puede caminar. Los años han calado muy hondo en su piel. Las arrugas son tan profundas que su cara se compone de trozos de carne que intentan soportar el peso de una vida que no le ha dado tregua. Tiene la cabeza echada hacia delante. Hace unos años que se quedó ciega y el oído también ha empezado a fallarle.
Sumergida en sus recuerdos rompe a pedazos un pañuelo de papel. Lo hace cuidadosamente, con una exactitud milimétrica. Puede estar así varios minutos, y cuando los trozos ya no pueden ser más pequeños, los amontona y los guarda en el bolsillo de su bata. Luego coge otro pañuelo y vuelve a hacer lo mismo. Por las noches guarda los trozos debajo de la almohada. Dice que lo hace por si se queda sin ninguno. Todavía le cuesta deshacerse de las costumbres causadas por la miseria.
Nació en 1917 en un pueblo perdido de la provincia de Badajoz, Azuaga, en la España más profunda y allí ha pasado toda su vida excepto los años que duró la guerra. Sorteando las balas de cañón ella, con 15 años, y su hermana caminaron hasta un pueblo de Ciudad Real, a casi 50 kilómetros de su casa. Allí las metieron en un tren y las llevaron a Albacete, donde trabajaron en casa de una familia hasta que acabó la guerra. Durante ese tiempo no pudo cuidar de sus 7 hermanos ni de su padre como siempre lo había hecho. Algunos se quedaron en el pueblo, otros estuvieron combatiendo.
Cuando regresó, Azuaga estaba tomada por los Nacionales. Al bajar del tren le comunicaron que su padre había muerto de una enfermedad mental pero ella nunca supo ni siquiera donde está enterrado. Ese no fue el primer golpe que le dio la vida. Su madre había muerto cuando ella era pequeña, dicen que de pena. Recuerda ya sin mostrar un mínimo de dolor que tres amigas suyas fueron asesinadas y que cuando los Nacionales fusilaban a alguien lo hacían en la puerta del Ayuntamiento y les obligaban a verlo.
La suya ha sido una vida difícil de imaginar, una de esas vidas que vemos en la películas. Pero a Concha nunca nadie le ha regalado nada. Nadie ha escrito sobre ella ni le han dedicado una canción.
Aprendió a leer sola, descifrando las cartas que sus hermanos le escribían desde el frente. Vio la televisión por primera vez cuando tenia 50 años. Ha trabajado siempre para cuidar a los suyos y cuando se le pregunta por el día mas feliz de su vida, responde: “Yo no recuerdo pasar días buenos. Todos eran malos. Bueno, algunos estuvieron mejor, pero así pasé toda la vida”.
Es una mujer fría, de hierro, con una coraza tan gruesa que ya no se puede traspasar. Contesta a mis preguntas sin inmutarse y, de vez en cuando, la demencia se lleva la poca lucidez que le queda.
EN EL METRO

En el vagón suelo leer. Pero otra de mis ocupaciones favoritas es buscar ratas, que a esas horas abundan. Me explico. Mi padre tiene una teoría y me la explicó yendo en metro. Dice que si le colocas imaginariamente bigotes de rata a cualquier cara del vagón, te darás cuenta de que somos todos medio roedores. ¡Y tiene razón! ¿Lo habéis probado? Hay raras excepciones, casos extraños que ni con bigote ratil se convierte en ratón. Pero son muy pocos. Incluso yo, reflejada en el cristal, soy bastante ratuna.
Pero como he dicho antes de hablar de ratas, la lectura es mi ocupación principal. Creo que el metro por la mañana es la mejor sala de lectura que existe. La gente está medio dormida, todos callan y algunos incluso duermen, como si el asiento del vagón fuera una prolongación de la cama que han abandonado hace unos minutos. Mientras lees en el metro, te estás desplazando, física y mentalmente. Por eso creo que es más fácil meterse en la lectura si estás en un vagón que si estás en el sofá de casa, porque realmente estás viajando. De hecho conozco mucha gente que solo abre un libro cuando coge el metro.
En mitad de mi camino paso por Goya, una parada en la que siempre me entran ganas de bajar. Me encantó descubrir que las paredes del andén están cubiertas de algunos dibujos y grabados del pintor y siempre pienso en bajarme para verlos, pero nunca tengo tiempo porque siempre voy corriendo. Es la ley del metro y sus pasillos. Pero lo que más me gustaría que esa fuera mi parada de inicio, así podría recrearme en ellos sufro mientras la tragedia de esperar el metro dos minutos.
Mi viaje acaba rápido, he leído dos o tres páginas y en seguida me coloco los cascos para no salir sola del subsuelo. Estos días me acompaña Cathy Smith, una chica que cogió un bote de pastillas mientras el médico hacía la vista gorda (invertid dos minutos y cuarenta y cinco segundos de vuestra vida en escuchar esta canción, por favor. No es como esperar un metro nuevo).
PEQUEÑITAS

¿Sabéis que Edith Piaf medía 1,47 y que Shakira no pasa de 1,50? Son dos presencias pequeñitas que en el escenario se ven enormes. ¿Cómo lo hacen? ¿De dónde sacan la fuerza para aumentar de tamaño? En catalán hay un dicho que reza: “En pot petit bona confitura”, que querría decir algo así como “en bote pequeño buena mermelada”. Y en estos casos es más cierto que nunca.
Una vez entrevisté a Penélope Cruz por un película italiana por la que ganó unos cuantos premios. Y me enamoré de ella. Por su dulzura, por su belleza, por su naturalidad. Pero también por su tamaño. Penélope no es especialmente pequeña, pero tampoco es físicamente un portento (1,63). Llevaba un vestido negro encorsetado con la falda de campana y un lazo en el pelo. Parecía una princesa recién salida de su cuento, pequeñita pero muy brillante. Y a pesar de sacarle casi 10 centímetros, a su lado me sentí minúscula.
Mi ídola (no sé si existe la palabra) Frida Kahlo se quedó en 1,58. Además de bajita, ella también fue muy frágil toda su vida. La enfermedad y los accidentes la persiguieron desde que nació. Pero ahí la tienes, convertida en todo un icono de la pintura. La muy descarada llegó a ser más grande que el gigante de su marido, Diego Rivera, que ya es decir. A ellos les llamaban “el elefante y paloma” pero ahora ya podrían cambiar el mote y pasar a ser “la elefanta y el palomo” (en cuanto a tamaño artístico, claro).
Creo que si fuera un hombre me enamoraría de una mujer de tamaño pequeño (o de Angelina Jolie, ella sería la excepción que marca la regla). En general son activas y bastante resistentes, pero todo lo guardan en cuerpecitos de cristal. Tengo dos amigas minúsculas y las dos rebosan de energía. Debe ser que a las mujeres pequeñas no les cabe todo lo que llevan dentro y por eso lo tienen que sacar continuamente. Por eso se hacen ver y se hacen grandes, mucho más grandes que las grandes de verdad.
GWENDOLYN ROSENBUND

Me explico. Esto que parece un cuento inventado es el nacimiento de un personaje que lleva con nosotras desde hace 3 o 4 años (tristemente no recuerdo la fecha exacta). No es que nos pongamos a hablar con el cuadro cada vez entramos en la habitación sino que decidimos convertir a Gwendi en el personaje protagonista de nuestros “cuentos a 3”.
Pocas noches después de la mencionada, sentadas en el sofá cerveza en mano, decidimos empezar a escribir una historia. Una de las tres empezaría la primera frase, otra la segunda, la tercera continuaría y así sucesivamente. Lo que nos salió fue un cuento que ninguna tenía en la cabeza antes de empezar, una historia compuesta por las ideas espontaneas de las tres. Lo llamamos Cuento de Septiembre y decidimos que cada mes escribiríamos uno con Gwendi como protagonista.
El caso es que lo único que mantiene Gwendi en todos los cuentos es el nombre. A lo mejor en septiembre es una lesbiana que trabaja en un vertedero y en octubre una niña que viaja al espacio para salvar a la humanidad. No hay reglas. En el cuento actual Gwendi, embarazada, vive con su hermana pequeña en el Ártico y, por cierto, me toca continuar. Como ahora vivimos en lugares diferentes escribimos los “cuentos a 3” vía mail. Lo malo de este sistema no presencial es que a veces la olvidamos y a lo mejor el cuento se queda parado una semana hasta que Claire, Elaine o Marthe se acuerdan de escribir la frase correspondiente.
La vorágine de nuestras vidas hace que a veces nos olvidemos de ella. Pero al final Gwendi siempre está. Y además nunca se enfada. Vive a través de nosotras y, en cierta manera, nosotras vivimos a través de ella.
VOLVER A CASA

Salgo de Fontana. Las ruedas de mi maleta hacen un ruido molesto que apenas se percibe entre los claxons, las voces y dos perros que se ladran entre sí. En mi calle el solar de la esquina ya se ha convertido en el esqueleto de un edificio. Los adoquines se levantan, algunas persianas metálicas están bajadas. Pero Gracia rebosa de vida cuando llega la noche.
Entro en mi portal. El buzón está a punto de explotar (deberíamos vaciarlo más a menudo). El ascensor me deja en mi rellano y en seguida reconozco esa rallada enorme que hay en mi puerta marrón de pomo dorado. Clic, clic. Giro la llave y entro en mi cueva. ¡Qué oscuridad! ¡Qué olor a cerrado! Un osito de peluche en el suelo del comedor me recuerda que me he dejado algo en Madrid. Y la cama sin hacer hace que me acuerde de las prisas con las que salimos de casa la última vez. Como siempre.
Empiezo un fin de semana lleno de cosas que echo de menos. Lleno de Sol, de amigos y de familia. Lleno de las canciones que me recuerdan a Barcelona, las de Damien Rice, Edith Piaf y Antony and the Jhonsons.
Los niños del cole siguen igual. Comparten entre risas el odio por El Camino de Delibes, aquél libro que la profesora les hizo copiar por no haber leído. Mis hermanas siguen habitando la casita de puerta azul y maullidos de gatos endemoniados. Y en El Mediterráneo el tiempo sigue sin aparecer. Palom bebe whisky mirando al vacío. “Es que el vacío me subyuga”, dice. Y una vez en el escenario nos habla de Neruda y de Rubianes, de Sabina, de orgías y de borrachos. Quicos, humo y guitarras. Paraules d’amor, risas y Silvio.
Estuve con ellas, con ellos, conmigo. Dormí aquí y allí. Comí, leí, caminé. Me di cuenta de que cuando vuelves a casa tú eres diferente, pero ahí todo sigue como siempre. Y reconforta.
FELIZ ERA NUEVA

En un editorial sobre moda el redactor escribe: “hemos pasado de la era de la ansiedad a la era de la cautela” (la palabra era sí está de moda). Así que por eso, dice, este año no nos compraremos mucha ropa sino que sacaremos todo lo que tenemos en los cajones para reutilizarlo. Y por eso los últimos desfiles reflejaban una mezcla de un montón de cosas, sin una tendencia clara común. Andan un poco perdidos los diseñadores. Y los restauradores, y los directores de cine, y los escritores. Porque parece que se están dando cuenta de que el cambio no solo transformará este sistema que nos mueve y que ya no sirve para nada sino que está naciendo una nueva conciencia. Y como la transformación es tan lenta, porque va cabecita por cabecita, no hay por donde cogerla.
Obama también prometió un gran cambio en esta nueva era que empieza (quizá él en sí mismo es un símbolo más de esta metamorfosis a gran escala). Pero yo quiero compartir con vosotros un fragmento que publicó Leonard Cohen en su Libro del Anhelo hace cuatro años y que quizá tenga algo que ver. En realidad el texto es más largo pero está cortado porque solo copié algunas frases sueltas:
“Estamos entrando en un período de desconcierto, un curioso momento en que la gente encuentra la luz en medio de la desesperación y el vértigo en la cima de sus esperanzas. (...) Toda desesperación vivirá tras una broma. Pero te juro que yo estaré al alcance de tu perfume (...) Habrá una Cruz, una señal, que algunos entenderán (...) No tengas la menor duda. En un futuro cercano veremos y oiremos muchas más cosas de este tipo de gente como yo”.
FUERA DEL MUNDO

En la entrada de detrás un africano vende La Farola. Está allí todos los días a cualquier hora con la misma pose y la misma chaqueta color avellana. Hace poco descubrí un cambio en su imagen. Después de meses y meses siendo una misma foto, un buen día le noté algo raro. Al principio no sabía qué era pero luego descubrí que se había quitado la capucha. Ahora enseña siempre sus rizos pequeños y una sonrisa muy grande.
De camino a casa, la mujer cuarentona de falda lila y pañuelo en la cabeza sigue en la esquina de siempre mirando al que pasa pero ya sin pedir nada. Y un poco más arriba, en la puerta del súper, el señor educado de bigote ocupa, como siempre, la sillita de plástico en la que pasa 12 horas diarias dando las gracias por si cae algo.
Una vez alguien a quien las cosas le van muy bien me dijo que el que está en la calle es porque quiere o porque se lo ha buscado. Posiblemente él nunca se haya sentido abandonado, ignorado o expulsado y todavía tiene su amor propio al 100%. Todavía tiene fuerzas para plantarle cara a lo que sea porque nunca le han dado una buena bofetada. Yo sigo creyendo que no todos nacemos con las mismas armas para enfrentarnos a este sistema que empieza a oler a podrido.
DESPUÉS DE LA ORACIÓN DE LA NOCHE

De entre todos los lienzos de todas las épocas que vi me quedé con uno suyo y, antes de irme, quise volver y pararme a observarlo. Se titula “Después de la oración de la noche” y en él aparecen cuatro monjitas cabizbajas con las caras difusas subiendo una escalera oscura. Si miras el cuadro se te ponen los pelos de punta. Por la escena, por la quietud, por el momento, por los hábitos, por las palabras oración y noche.
¿Cómo puede alguien coger un pincel y hacer algo así? ¿En que estaría pensando? O ¿Qué querría transmitir? Se ve que el tal Mellery pertenece a la corriente de los simbolistas, estilo cuyos nombres más conocidos son Rimbaud y Verlaine, los malditos, junto al padre de lo oscuro, Baudeleire. Qué época aquélla, ¿no? ¿Qué estaría pasando para que los artistas se decidieran a escribir poemarios titulados Una temporada en el infierno, Las flores del mal o en el que se pintaban cuadros cómo éste? ¿Tan negro era todo? ¿Tan oscuro, tan siniestro?
Muchas veces he deseado haber vivido en esa época. Aunque estoy segura de que era realmente dura. Pero siempre me he sentido irremediablemente atraída hacia lo sombrío. Me encanta visitar iglesias, ver cuadros de santos y mirar los crucifijos. El olor a cera y a madera vieja. Todo lo antiguo. Por eso ayer me enamoré del cuadro de Mellery. Al margen de mis inclinaciones creo que transmite mucho. Y solo nos está mostrando una imagen cotidiana. Supongo que es porque es ahí, en lo cotidiano, donde reside la esencia de todo.
Este texto tiene algo que ver con Dios, pero esta vez no le metáis en esto, él no tiene la culpa.
¿TE GUSTARÍA SABER LA VERDAD?

Yo me lo leo, porque soy muy aplicada. Y entonces me pregunto ¿Tengo cara de estar buscando a Dios? Porque no es la primera vez que me pasa. Pero bueno, da igual. Me llevo el folleto a casa y, cuando tengo un rato para leerlo, alucino. Acompañado de fotos de tumbas, niños heridos y gente rezando, el autor del folleto –dudo que haya sido Dios si Dios es como dicen ellos- nos da respuestas a todas nuestras profundas preguntas.
En una de ellas afirma que la mayoría de las personas que han muerto volverán a la vida. ¿Ah sí? Y yo sin saberlo. ¿Por qué no le ha tocado algún amigo mío? ¿O algún amigo de algún amigo de algún amigo? También dice que muchos piensan equivocadamente que sus oraciones no son contestadas. ¡Otra sorpresa! ¿Alguien ha recibido alguna vez respuesta del Todopoderoso? O ya no respuesta ¿Alguien ha vislumbrado algún mínimo indicio de su presencia por ahí? Porque si es así, se está pasando un huevo. O sea, ya está viniendo a arreglar todo el lío que hay montado.
Luego dice que serán felices sólo aquellos que tengan conciencia de su necesidad espiritual. Ahí ya podemos estar algo de acuerdo, ¡algo!. Pero la conclusión acaba por estropearlo todo. Porque dicen que si eres consciente de tu necesidad espiritual –como si el espíritu solo se alimentara con la religión- les pedirás que te manden la Biblia a casa y además, les solicitarás un curso bíblico gratuito a domicilio: “Un testigo de Jehová capacitado para dar clases bíblicas irá con gusto a su hogar para dedicar un poco de tiempo cada semana a analizar la Biblia con usted”. ¡Uy! ¡Casi me pillan!
Me consuela pensar que ellos creen que están haciendo el bien. Pero no me gusta que me asalten por la calle y me enseñen las desgracias humanas para luego venderme cualquier cosa. Creo que las personas verdaderamente ricas de espíritu emplean su tiempo y su dinero en otras cosas o de otra manera. Pero, está claro, si me vuelven a parar por la calle, volveré a coger el folleto, que luego dicen que nadie les escucha (no me extraña).