Entre ser poeta o simplement viure, hi ha una bella possibilitat, que és viure poèticament | Joan Vinyoli
aparición
cuando se para el ruido del mundo
y el aroma se vuelve dorado
-gato blanco, ojos de abismo-
emerge redonda la vida secreta
las voces de los que no están visten
los hilos rojos que cosen la Tierra;
lo eléctrico sacude la Vía Láctea
-de punta a punta-
en una explosión incesante
y todo se empasta y confunde
hasta que vuelva de nuevo el estruendo
y las almas regresen -dormidas-
a sus estrechos cuarteles de invierno
*Imagen del cuadro La Aparición, de Gustave Moreau (1876).
ecosistema
la sangre estancada en el fondo,
color negro, criadero de malvas,
engendró
-de la destrucción-
un ecosistema de vida nueva
y lo hizo después de la muerte más lenta
llovieron lunas y gotas saladas de mar
tras el descenso de aquel plasma tan denso
que se escurrió cuesta abajo en un tiempo eterno
pasaron edades y espacios
rotaron soles, estrellas
cayeron abismos en la tormenta inaudita,
en el gran desastre final de los que
se alejan
de aquel prolífico averno
*Imagen de la pintura Leonora in the morning light, de Max Ernst (1940).
agosto
tus finas líneas -horizontales- en el diván de la entrada,
reposa el cuerpo,
sonríe tu cabeza -de sangre repleta-
y se eleva el sueño, flotando, hasta el techo
afuera canta la chicharra en
este -otro- domingo de fuego,
en esta montaña bendita
de los que amaban al mundo entero
y lo hace enfadada, como en el fin de los días,
envolviendo el valle en su vulgar ruido de existencia barata
paralizada te observo y la escucho,
les pienso y lo intuyo,
absorvo el conjunto, inspiro la esencia,
y exhalo el reposo de este no-ser
que es todo
*Imagen del cuadro Sleeping Venus, de Paul Delvaux.
gótica
la vieja madre -en la colina- recuerda que
un tiempo fue madera sin astillas,
que como tierra sin raíces abrazó los pétalos blancos
de la rosa seca y encendida
hoy observa -callada- a la niña que se descuelga
de su manita en el balcón,
la que ondea al viento árido del agosto de fuego,
la que vive ajena a la tierra,
al fuego,
a las raíces y a la sangre morada, muy densa;
la que un día se reconocerá en ella y en sus hondos ojos sin pupila
* Dibujo de Federico Marigonda.
cemento
tu cuerpo es una casa blanca, líquida,
llena de chispas fugaces y eternas
los pies en el techo,
las manos contando acertijos en medio del sueño,
tus brazos largos -pintados- de cielo
el tronco de madera robusta que
cruje y se ensancha cuando inspiras la vida,
derrama la luz sobre el negro cemento que cubre
la jaula de tus afiladas costillas
*Imagen del cuadro Evening Walk, de Chris Peters.
nube negra
dos mil golondrinas sobrevuelan cada mañana esta casa blanca,
este barco quieto de las alturas,
el refugio de las horas azules,
el palacio -gastado- de todos los vientos
canto ancestral al son del campanario viejo
los dos cuerpos aun se están despertando cuando ellas
chillan en su enésimo círculo,
acabando ya en la vuelta número cien
le gritan al sol y al ensangrentado cielo
que puede que no haya mañana
y quieren que alcemos las manos, la cara, la voz,
que nos lancemos -imprudentes- a este amanecer ilusorio
-tan leve-
mientras caemos en nuestro gran vuelo trivial
* Imagen de la obra Black cloud, de Odd Nerdrum.
escenario
caracolas de un mar estancado sobre el mármol viejo de la cocina
restos de barro en la bañera azul,
manchas saladas en los -doce- cristales que asoman
a los tejados del mundo pequeño, redondo, finito
atravesando la puerta invisible
que parte en dos este tiempo,
la mujer se introduce de noche
en la gran galería -que se abre- tras el negro zócalo del salón
arrastra el vestido nuevo entre los ecos de
dos mil madrugadas que no amanecieron,
se encierra en un cuerpo que también es paisaje,
y se arrastra y se araña y se hiere, y nunca halla el final,
solo la intensa penumbra y un extremo sonido de larvas
envolviendo el espacio intermedio del que ya no saldrá
restos de barro en la bañera azul,
manchas saladas en los -doce- cristales que asoman
a los tejados del mundo pequeño, redondo, finito
atravesando la puerta invisible
que parte en dos este tiempo,
la mujer se introduce de noche
en la gran galería -que se abre- tras el negro zócalo del salón
arrastra el vestido nuevo entre los ecos de
dos mil madrugadas que no amanecieron,
se encierra en un cuerpo que también es paisaje,
y se arrastra y se araña y se hiere, y nunca halla el final,
solo la intensa penumbra y un extremo sonido de larvas
envolviendo el espacio intermedio del que ya no saldrá
* Imagen del cuadro La aparición, de Antonio López (1963).
nocturno
hay dolor en ese árbol,
en la cara oculta de la noche perfecta,
en la cama grande y
tus -largos- brazos de cielo
dolor en la risa,
en su
insistente letra,
en nuestra pequeña esquina
dolor en el origen,
en la raíz del primer abandono,
en la del llanto pequeño
que nadie escuchó;
líquida fuente del amor roto,
de la -honda- zanja cavada en mi pecho,
un hacha partió en dos a este ser
que aún se busca -impaciente- en
los confines de un hostil universo
*Imagen de una ilustración de Diego Max.
océano
hoy el mar me ha dicho que vuelva a
escribir
que aunque el cuerpo esté abierto,
se puede volver a coser
con estas letras tan blancas
que si la sangre aún brota,
afuera los ángeles escuchan mi voz
-por muda que sea-
que los restos de este naufragio
ya se secan al sol
quejumbroso, gigante, dorado
que después de esta eterna locura
la vida se mueve de nuevo
naciendo
despacio
y que los poemas nunca se fueron con él
que solo era él
el que no
había estado
* Imagen del cuadro Caminante sobre
un mar de nubes, de Caspar David Friedrich (1818).
vibración
¿contra quien te miras en el espejo?
el día en que caiga la última máscara
ya
no estaremos aquí
la energía baja
los amores rotos
la tinta, la imagen, el sexo,
toda esta extraña alquimia se vislumbra
en el vacío de un entorno agitado
se intuye el vacío nervioso y el posado
inerte
del que vive -atrapado- en un mundo de
ruina
la vibración está descomponiendo las
almas
pero agárrate a mi,
a este misterio, a este silencio,
a este no ser
siendo todo
cálzate mis zapatos y
a ver si salimos airosos
de esta gigantesca representación
cubierta de lodo
*Imagen del cuadro Reproducción prohibida, de Magritte (1937).
mecanismo
tu corazón colgando de un hilo
en el borde de mi mesilla de noche
como un reloj de cuco
se balancea -callado-
y me suaviza los sueños
con su tic tac misterioso
atmósfera de sangre y latidos
sé que dejará el suelo perdido
el día en que caiga
y explote contra el suelo
-tan frío-
que lloraré al recoger los pedazos
por no haber sabido enseñarte
a coser tu reloj junto al mío
a coser tu reloj junto al mío
enigma
eones de tiempo habrán de pasar
para que tú
-mujer-
seas vista, por él,
en todas tus formas
* Imagen de la obra Mujer en tres etapas, de Edvard Munch (1895).
en el cajón
esta noche dormiré contigo;
tú no lo sabes
pero me guardaré un montón de minutos
tengo un cajón lleno de respiraciones, de
latidos,
de momentos muy quietos
de esos que quedan vibrando por siempre
en algún lugar perdido del espacio-tiempo
me he quedado algo
cada vez que has venido
y ya me estoy haciendo
tan grande
y tan rica
que pronto tendré que pedirte
que pares,
que no me cabe ya tanta magia,
que repartamos la vida
a todos los que no entienden
ni saben
-ni nunca sabrán-
lo que tu y yo hemos tenido
*Imagen del cuadro Psique abriendo la caja dorada, de John William Waterhouse (1903).
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