en este tiempo de desencanto
yo me pregunto, y pregunto,
donde se agarran tus manos
para no caer al abismo que tenemos
bajo estos pies desnudos,
en el después de estos días
yo cuelgo de las trenzas de ella
de la ternura de él
o del ala de tu sombrero viejo
pero a veces, si resbalan mis manos,
me precipito sola
cabeza abajo, veloz,
en una caída violenta
que me deja expuesta,
fragmentada en mil esquirlas afiladas
que se clavan y te hacen sangrar
y no escucho nada
y apenas veo nublado
y ya no me muevo
en este tiempo de soledad compartida
yo me pregunto, y pregunto,
donde se agarran tus manos
para no caer a este abismo
celeste, inmenso, abisal,
que solo algunos habitan
pero que todos habrán de probar