DE GIGANTES Y SOMBRAS


Me acabo de terminar un libro de esos en los que las palabras se mastican y se tragan. Ha sido una experiencia deliciosa. “Prosa poética”, dice mi vecina… Será. Habla de la muerte de una madre, de gigantes y de sombras. De recetas y de amor. De vacío.

Y yo, subrayadora nata de cualquier tesoro que encuentro entre las páginas, he dejado el libro repleto de mis líneas torcidas a lápiz.


Papá se las apaña bien al volante. No obstante, conducir con una tormenta de soledad y vacío es complicado. Todo arde, todo explota, los árboles clavados al revés en el cielo, el cielo clavado en el parabrisas.”

“Estoy colgado de mi esqueleto.”

“Hay anestesia en las tostadas. La hemos puesto por todas partes, para que nadie explote.”

“Me pesa todo el cuerpo, creo que es porque un corazón roto se diluye por todas partes a través de las venas, se extiende y se infla. Y te vuelca como si acabaras de darte un buen porrazo al caerte de la bicicleta, desnudo.”

“La casa está en apnea –lo está todas las noches-, solo tosen las sombras alguna que otra vez, cuando papá baja las escaleras en mitad de la noche.”

“Entramos en el país de los muertos. El cielo es blanco como el interior de una nube, y las estrellas negras como agujeros de tinta. Noche en mitad del desierto, en negativo.”


Mathias Malzieu. la alargada Sombra del Amor


Probadlo.