Entre ser poeta o simplement viure, hi ha una bella possibilitat, que és viure poèticament | Joan Vinyoli
la ventana máxima
dicen que tienes toda la piel
y tienes toda la libertad
de volar en la ventana máxima
cosiendo paredes con largas tiras de cabello animal
arrastrando planetas
lo veo y me estremece -diuen que tens tota la pell-
el placer eléctrico de la neurona consciente
que expande el nervio fugaz
de la red que sujeta todos los cuerpos
*Del sueño del mediodía.
pequeño
que la vida es implacable -no lo olvidemos-
más que la muerte
y duele a cada segundo, porque todo lo conecta,
y no deja respiro
que la tierra es salvaje
que el vulnerable lo es más cada día que pasa
y que todos tenemos un propósito tatuado en las venas
julen vino a despertarnos de un largo sueño inconsciente con la dureza de la tierra que se lo tragó
* Imagen del cuadro "Human nature", de Suzanne Paleckzny.
aparición
cuando se para el ruido del mundo
y el aroma se vuelve dorado
-gato blanco, ojos de abismo-
emerge redonda la vida secreta
las voces de los que no están visten
los hilos rojos que cosen la Tierra;
lo eléctrico sacude la Vía Láctea
-de punta a punta-
en una explosión incesante
y todo se empasta y confunde
hasta que vuelva de nuevo el estruendo
y las almas regresen -dormidas-
a sus estrechos cuarteles de invierno
*Imagen del cuadro La Aparición, de Gustave Moreau (1876).
ecosistema
la sangre estancada en el fondo,
color negro, criadero de malvas,
engendró
-de la destrucción-
un ecosistema de vida nueva
y lo hizo después de la muerte más lenta
llovieron lunas y gotas saladas de mar
tras el descenso de aquel plasma tan denso
que se escurrió cuesta abajo en un tiempo eterno
pasaron edades y espacios
rotaron soles, estrellas
cayeron abismos en la tormenta inaudita,
en el gran desastre final de los que
se alejan
de aquel prolífico averno
*Imagen de la pintura Leonora in the morning light, de Max Ernst (1940).
agosto
tus finas líneas -horizontales- en el diván de la entrada,
reposa el cuerpo,
sonríe tu cabeza -de sangre repleta-
y se eleva el sueño, flotando, hasta el techo
afuera canta la chicharra en
este -otro- domingo de fuego,
en esta montaña bendita
de los que amaban al mundo entero
y lo hace enfadada, como en el fin de los días,
envolviendo el valle en su vulgar ruido de existencia barata
paralizada te observo y la escucho,
les pienso y lo intuyo,
absorvo el conjunto, inspiro la esencia,
y exhalo el reposo de este no-ser
que es todo
*Imagen del cuadro Sleeping Venus, de Paul Delvaux.
gótica
la vieja madre -en la colina- recuerda que
un tiempo fue madera sin astillas,
que como tierra sin raíces abrazó los pétalos blancos
de la rosa seca y encendida
hoy observa -callada- a la niña que se descuelga
de su manita en el balcón,
la que ondea al viento árido del agosto de fuego,
la que vive ajena a la tierra,
al fuego,
a las raíces y a la sangre morada, muy densa;
la que un día se reconocerá en ella y en sus hondos ojos sin pupila
* Dibujo de Federico Marigonda.
cemento
tu cuerpo es una casa blanca, líquida,
llena de chispas fugaces y eternas
los pies en el techo,
las manos contando acertijos en medio del sueño,
tus brazos largos -pintados- de cielo
el tronco de madera robusta que
cruje y se ensancha cuando inspiras la vida,
derrama la luz sobre el negro cemento que cubre
la jaula de tus afiladas costillas
*Imagen del cuadro Evening Walk, de Chris Peters.
nube negra
dos mil golondrinas sobrevuelan cada mañana esta casa blanca,
este barco quieto de las alturas,
el refugio de las horas azules,
el palacio -gastado- de todos los vientos
canto ancestral al son del campanario viejo
los dos cuerpos aun se están despertando cuando ellas
chillan en su enésimo círculo,
acabando ya en la vuelta número cien
le gritan al sol y al ensangrentado cielo
que puede que no haya mañana
y quieren que alcemos las manos, la cara, la voz,
que nos lancemos -imprudentes- a este amanecer ilusorio
-tan leve-
mientras caemos en nuestro gran vuelo trivial
* Imagen de la obra Black cloud, de Odd Nerdrum.
escenario
caracolas de un mar estancado sobre el mármol viejo de la cocina
restos de barro en la bañera azul,
manchas saladas en los -doce- cristales que asoman
a los tejados del mundo pequeño, redondo, finito
atravesando la puerta invisible
que parte en dos este tiempo,
la mujer se introduce de noche
en la gran galería -que se abre- tras el negro zócalo del salón
arrastra el vestido nuevo entre los ecos de
dos mil madrugadas que no amanecieron,
se encierra en un cuerpo que también es paisaje,
y se arrastra y se araña y se hiere, y nunca halla el final,
solo la intensa penumbra y un extremo sonido de larvas
envolviendo el espacio intermedio del que ya no saldrá
restos de barro en la bañera azul,
manchas saladas en los -doce- cristales que asoman
a los tejados del mundo pequeño, redondo, finito
atravesando la puerta invisible
que parte en dos este tiempo,
la mujer se introduce de noche
en la gran galería -que se abre- tras el negro zócalo del salón
arrastra el vestido nuevo entre los ecos de
dos mil madrugadas que no amanecieron,
se encierra en un cuerpo que también es paisaje,
y se arrastra y se araña y se hiere, y nunca halla el final,
solo la intensa penumbra y un extremo sonido de larvas
envolviendo el espacio intermedio del que ya no saldrá
* Imagen del cuadro La aparición, de Antonio López (1963).
nocturno
hay dolor en ese árbol,
en la cara oculta de la noche perfecta,
en la cama grande y
tus -largos- brazos de cielo
dolor en la risa,
en su
insistente letra,
en nuestra pequeña esquina
dolor en el origen,
en la raíz del primer abandono,
en la del llanto pequeño
que nadie escuchó;
líquida fuente del amor roto,
de la -honda- zanja cavada en mi pecho,
un hacha partió en dos a este ser
que aún se busca -impaciente- en
los confines de un hostil universo
*Imagen de una ilustración de Diego Max.
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