un bebé llora un llanto amargo
que atraviesa la estructura entera del
edificio
y llega hasta mí con su pequeña angustia
intacta
recorre cimientos, vigas, tabiques y
se mete en las frías tuberías que
ascienden,
verticales, hasta mi casa alta de cielo
pero solo el volumen se pierde por el
camino
el dolor se filtra por la materia gris
de estas paredes, de este cerebro ajado,
y me agarra con la fuerza de aquellas
cadenas frías
que sujetaron mis entrañas a las paredes
húmedas
del hondo desván en el que mi inocencia
desaparecería