No hay mundo afuera. Está todo conmigo aquí ahora.
No hay mundo afuera porque lo tengo aquí, abrazado a mí.
Antes de cerrar los ojos me ha pedido un beso. Se lo he dado, con un abrazo
blanco y tres caricias, antes de ponerme a rebuscar entre los montones de
palabras de un poeta.
Es un poeta que fuma y que sonríe escondido tras sus gafas
para ver las cosas que se escapan. Unas gafas para ver las cosas que vienen
directas desde la galaxia sin atravesar ninguna puerta. Redondas y claras,
infinitas. Esas cosas. LAS cosas.
Mi mundo aquí al lado duerme y yo busco y rebusco entre los
átomos del papel escrito por el poeta de las gafas para ver las cosas.
Si encuentro algo lo guardaré en el cajón de los átomos del
papel escrito. Lo tengo casi vacío (llenar un cajón átomo a átomo puede llevar
más de un millón de vidas). Pero ahora voy a cerrar los ojos. Me voy de viaje a
la galaxia agarradita de mi mundo con coletas.