UNA SOMBRA SIN NOMBRE


Un cuerpo negro se guarda del Sol bajo un árbol que no da sombra. Al fondo su casa, un pequeño iglú de paja y barro, y el cielo. Nada más. Un árbol, una casa, una nube. Un cuerpo que yace solo esperando. El olvido. La muerte.

Un coche pasa, le deja unos sobres de comida deshidratada y se marcha. El cuerpo vuelve a quedarse solo. Llegará la noche. Volverá a hacerse de día. Y así infinitamente. Hasta que, una mañana, el amanecer nos enseñe el cuerpo tumbado bajo el árbol tras una noche en que ya no pudo moverse para volver a casa.

Entonces el árbol esquelético por fin podrá alimentarse del cuerpo negro. La espera acaba. La sombra muere. El olvido vence.


*Foto de Xavi Herrero