
Ella no sabía hacerlo pero Tònia, una amiga que también vivía tras la puerta azul le enseñó algunos acordes. Con eso vistió de música su primera canción, “Júlia”, y las dos quedaron tan satisfechas que le pusieron melodía a muchos de sus poemas. En las reuniones nocturnas de amigas las dos ofrecían conciertos en directo. Se pusieron un nombre artístico, Avalon – el país donde viven las hadas -, pero pronto aquellos conciertos a dúo se convirtieron en recitales de Elena. Tònia callaba y la dejaba sola. Prefería escucharla que acompañarla y maquillar su voz.
Todas le pedían que cantara, todas cantaban y cantan sus canciones cuando ella coge la guitarra. Todas se emocionan cuando escuchan esa vocecita que parece salida de Avalon. Y ahora, tras mucho tiempo de insistencia, han conseguido que Elena, con la ayuda de un amigo que ha visto en ella la magia, haya empezado a grabarlas. Aun le quedan muchas canciones guardadas en el cajón, mucha tinta por verter y emociones por compartir. Pero Diciembre es el inicio de algo.