CONEXIONES

Mi hermana vive en Barcelona y yo en Madrid. El otro día vino a casa y trajo con ella el libro que se está leyendo –Los hombres que no amaban a las mujeres-. Casualmente yo me estoy leyendo el mismo y lo tenía encima de la mesa. Y casualmente íbamos por la misma página. En ningún momento habíamos hablado sobre el libro. Nunca sabemos qué se está leyendo la otra, básicamente porque ella es más de poesía y yo de prosa, pero esta vez coincidimos.

Mi hermana y yo somos gemelas univitelinas, idénticas, o sea que además de compartir cara y gestos también compartimos el 100% de nuestro ADN. Tener un gemelo genera mucha curiosidad. Cuando digo que tengo una clon la gente abre los ojos como platos. A pesar de ser algo relativamente común, muchos siguen viéndolo como algo extraordinario y entonces llegan las preguntas de rigor: ¿Es verdad que sientes cuando ella se hace daño aunque estéis separadas? ¿Alguna vez os habéis intercambiado los novios? ¿Tenéis telepatía? Entonces tengo que contestar y desmontar el mito. Ni tenemos telepatía, ni sentimos cuando a la otra le duele algo y, por supuesto, nunca nos hemos intercambiado los novios.

Pero sí he de decir que existen coincidencias extraordinarias como la del libro. Para mí la más increíble es saber que mi hermana y yo empezamos a andar el mismo día en el mismo momento. Mi madre lo suele explicar todavía sorprendida. A los trece meses de vida ella se puso en pie apoyándose en el cristal del balcón y echó a andar y a los pocos minutos yo salí de la habitación caminando. ¿No es sorprendente?

Además de eso los dientes nos salieron a la vez y en el mismo orden, fuimos al hospital por primera vez el mismo día (mi hermana por una pierna y yo por un dedo) y nuestros novios, que llegaron a nuestras vidas con siete años de diferencia, son de la misma ciudad (que no es la nuestra) y de pequeños habían coincidido alguna vez. También recuerdo que una vez compramos el mismo libro a un amigo por Sant Jordi. Ella lo compró en Argentina y yo en Barcelona. Y, viviendo también en lugares diferentes, nos compramos exactamente los mismos pendientes de mercadillo.

Hace unos meses hice un reportaje sobre gemelos para la revista Ling, se titulaba Espejos de ADN . Tuve que leer mucho porque era bastante largo y, entre otras cosas, me enteré de que el origen de los gemelos idénticos es, en realidad, casi una patología. O sea, resulta que mi hermana y yo nos duplicamos en el útero de mi madre por un defecto reproductivo, por una fractura que se produce en el embrión a los pocos días del embarazo. Curioso, ¿no? ¡Pues bendito defecto!

Tener una gemela es divertido por muchos motivos. Además de poder intercambiarte en algunos exámenes y saludar a gente que no conoces continuamente, puedes ver en ella lo que serías tú si te hubieran pasado las cosas que le han pasado a ella. O ella puede ver, por ejemplo, como hubiera sido su supuesta hija en caso de tenerla con mi pareja. Porque lleva su ADN, claro. Y puedes sentir sus triunfos como si fueran tuyos. O sus derrotas como si fueran tuyas también. A mí todo esto me encanta y, a pesar de llevar 28 años con una gemela en el mundo, siguen sorprendiéndome las coincidencias.

EN EL GIMNASIO

En mi gimnasio hay un tipo que tiene músculos que yo no sabía ni que existían. Tiene tantos músculos que parece que lo hayan inflado con una mancha y que en cualquier momento vaya a salir volando, flotando por los aires. Le salen de todas partes menos de la cabeza y los pies. Y encima va cada día a ver si se pone más fuerte.

El otro día estaba yo escuchando mientras él hablaba con otro (no lo pude evitar, estaban a mi lado) y ¿sabes qué decían? Hablaban de las diferencias entre fuerte, marcado y fibrado. Madre mía, cuánto aprendí. Hablaban de un tipo, un tal Carlos, que se que entrenaba muy bien. Uno decía que estaba super fuerte, pero el musculman le dijo que no, que ¡nanai de la china! Que “fuerte fuerte, lo que se dice fuerte, no está. Está marcado, que no es lo mismo. Porque no tiene apenas masa. Le pellizcas y solo le pillas piel”. Supongo que quería diferenciar a este tal Carlos de sí mismo, que es el FUERTE por definición. Ahora me han dao ganas de pellizcar a Carlos para comprobar lo de la piel.

Aparte del musculman este hay otros dos que no se quedan atrás. Parecen porteros de discoteca y pegan unos berridos cuando levantan las pesas… A mí me asustan un poco cuando emiten esos sonidos. Me da la impresión de que se les va a doblar esos brazos que son tan anchos como mi cintura (y mi cintura es normal, no de avispa) y que se les van a partir los huesos de cuajo. ¡Crec! Ay, no quiero ni pensarlo pero no puedo evitarlo cuando les oigo gritar así.

A veces me miro y les miro y pienso: ¿Pero qué hago yo aquí sudando la gota gorda para levantar pesas de 2 kilitos? Y la respuesta es que me relaja. Y eso que el lugar no pone mucho de su parte, porque entre la música chumba chumba y los berridos de los forzudos el ambiente no es muy plácido que se diga. Pero me gusta ir. Entre otras cosas porque en un gimnasio coincide gente que no verías junta en ningún otro lugar (a lo mejor en la cola del pan y poco más). Hay forzudos, mujeres mayores, adolescentes acomplejados, camioneros, ejecutivos, deportistas, rusos, catalanes, colombianos… ¡Me gusta! Todos en una gran sala forrada de espejos para que puedan verse bien desde cualquier ángulo (es horroroso porque hay ángulos en los que no querrías verte nunca).

¡Ah! Y también me gusta ir porque el monitor se va paseando y entre vuelta y vuelta me dice “¡Venga campeona!”. Y yo me crezco y me creo que me estoy entrenando para un campeonato mundial. Entonces salgo pletórica. Cansada, con agujetas y dolor de cuello pero pletórica.

LA EDAD DEL PAVO

Mirando la revista del domingo de un periódico cualquiera me encuentro con que una fotógrafa holandesa ha dedicado varios años a buscar preadolescentes y adolescentes por todo el mundo para inmortalizarlos con su cámara, proyecto que tiene como resultado un retrato increíble sobre la metamorfosis humana.

Todos hemos sido prepúbures y púberes. ¡Qué mala época! ¡Y qué buena a la vez! Qué horroroso ver cómo tu cuerpo se convierte en algo que no ha sido nunca a una velocidad imparable. Ver cómo tus piernas se cubren de vello, cómo se te ensanchan las caderas, se te hinchan los pechos o cómo un buen día tu madre te dice que ya eres una mujer porque tienes que empezar a usar compresas. Y a lo mejor por entonces a ti todavía te apetece seguir jugando con muñecas y te revelas porque no te da la gana dejar de ser una niña. Es maravilloso ser un niño porque mientras te dedicas a descubrir el mundo, todo lo demás lo hacen por ti. Pero de golpe tu cuerpo te va convirtiendo en otra cosa, en algo que tú hasta entonces veías como aburridísimo. En un adulto.

Entre las fotos que vienen en la revista aparece un chaval de unos 13 o 14 años con la mirada más triste que he visto en mi vida. Tiene unos ojos graaaandes, la piel pálida y unas piernas tan largas que apenas entran en el cuadro. Está en un momento en el que la transformación le hace horrendo, y él es su peor enemigo, porque uno es como se siente y él se siente horroroso, se nota. Seguro que detesta mirarse al espejo. La foto está tomada en un parque de Amsterdam, rodeada de verde y él desentona tanto como en cualquier otro sitio, porque seguro que solo está a gusto en casa, encerrado en su habitación soñando con mundos imposibles.

En el reportaje la artista destaca la gran diferencia entre chicos y chicas delante de una cámara. Mientras ellas posan tranquilas, ellos no saben dónde meterse, pero todos tienen algo en común: todos están serios, nadie sonríe. No vamos a decir que la época de la edad del pavo –calificativo que encima tienes que soportar además de afrontar tantos cambios- sea triste de por sí, pero seguro que muchos lo han pasado mal en algún momento. Supongo que porque es entonces cuando uno toma conciencia de que no todo en la vida son “flors i violes”. Es más, estoy segura de que somos mayoría los que tenemos fotos de esa época escondidas en alguna parte, esperando que nunca nadie las desentierre y vean lo que fuimos antes de ser lo que somos en el momento de la transformación. Un desastre.

Por cierto, la artista se llama Rineke Dijstra y sus fotos se expondrán a partir del 29 de enero en la galería de La Fábrica, en Madrid.

CARTAS DE AMOR

Me ha llegado información sobre un concurso de cartas de amor. El mail se titula concurso Antonio Villalba o cómo amar en tiempos de crisis. Y creo que voy a participar. La cosa es escribir una carta ni muy corta ni muy larga a lo que a ti te dé la gana. Puedes escribirle una oda a la tele, declararte a Zapatero o dedicarle unas líneas al jamón de Jabugo. El año pasado ya participé. Le escribí una carta a mi hija cuando todavía era un feto –si la buscáis está por aquí publicada, “Para Gala” se llama-. Pero este año tengo un problema: no tengo ni idea de a qué o a quien escribirle.

El caso es que amo a muchas personas y muchas cosas. Empezando por mi pareja y todos los individuos que forman mi familia y mi círculo amiguil. Me resulta muy fácil enamorarme de las cosas y puedo decir que cada día me enamoro y desenamoro varias veces, aunque no se me nota, sino iría con cara de atontada todo el día. Bien puede ser de un pelo bonito, de un ruido, de una voz o de una imagen callejera. Me cuesta bastante poco encontrar la belleza por ahí. Y de eso estoy bastante orgullosa. ¡Qué día tan triste el que no encuentro nada agradable o sorprendente!

Pero eso hace que ahora tenga un problema, porque ¿a qué le dedico mi carta de amor? Haré una lista de cosas que amo siempre o casi siempre. Obviando lo obvio –pareja, hija, padres, bla bla bla- adoro el chocolate negro negro negro, la tortilla de patatas poco hecha, los libros en general y algunos en particular, la música de Bunbury, mi blog, la ropa oscura, los ojos muy muy claros o muy muy oscuros, una ducha calentita, nadar, Barcelona, el arroz con conejo que hace mi madre, las cervelas del frankfurt de Pedralbes, las melenas desparramadas en las almohadas, ir al cine… Podría seguir hasta aburriros así que lo voy a dejar.

He decidido escribir este post para ver si con él me inspiraba y encontraba el destinatario de mi carta. Pero por ahora no ha surtido efecto. Si se os ocurre algo, espero me lo hagáis saber. Sino seguiré buscando y cuando lo encuentre colgaré aquí mi escrito amoroso. Y ya de paso os animo a que escribáis el vuestro, aquí debajo dejo el link con las bases. Uno se queda muy a gusto después de hacerlo.

ESQUINAS DOBLADAS

La mayoría de los libros que he leído tienen algunas esquinas de sus hojas dobladas. Unos están llenos llenos de dobladillos y otros no tienen ninguno. Cuando decido doblar una página es porque he encontrado algo. ¡Eureka! Una frase o un párrafo extraordinarios. Puede ser una pregunta, un diálogo o una reflexión. Suele ser para mí algo fascinante que me ha hecho sonreír, sorprenderme, tener ganas de llorar. Y entonces entiendo que es por ese tipo de hallazgos por los que sigo leyendo. Son mis joyas. Las tengo todas subrayadas, y las más brillantes las anoto en un cuaderno. Coger ese cuaderno y releerlas todas es una experiencia muy recomendable, especialmente cuando se está un poco triste y uno no sabe muy bien por qué las cosas van como van.

Ayer me acabé un libro: Ya solo habla de amor, de Ray Loriga. Éste ha acabado con cuatro o cinco dobladillos, cosa que no está nada mal teniendo en cuenta su grosor -175 páginas-. A veces hay libros gordísimos en los que no consigo encontrar nada. Pero de éste hay una joyita que quiero compartir con vosotros. Es una de las dos descripciones de mujer más bonitas que he leído en mi vida (en mi cuaderno está la otra):


"Mónica es preciosa, ya está dicho, y no camina sin su propio daño, pero de alguna manera su coraje navega más deprisa que su mala suerte, cosa que a él le admira, y en sus enormes ojos negros existe la promesa de cosas mejores, cosas que ella misma se promete y promete a quien quiera escucharla, y es dueña de una fiereza que primero ofende y asusta pero que, intuye él, también consuela y arropa, y es mujer de hacer cosas, sin por ello dejar de sentirlas, y tiene ahora, en este territorio de lo imaginado en el que él todavía se mueve, la capacidad de sobrevivir y de contar con lo mejor de sí misma como aliado, cuando él, a día de hoy, ha contado casi siempre con lo mejor de él como enemigo, de ahí que no sea tan extraño que la quiera, ni sea casualidad ni capricho que la quiera tanto."

MADRID I ELS SEUS RACONS

Dado que mi inspiración está bajo mínimos y hace ya una semana que no escribo, voy a transcribir el artículo que redacté para la revista de exalumnos de la Universitat Pompeu Fabra Nexe sobre Madrid y sus rincones, el primero de -espero- una larga serie.


Madrid i els seus racons

No sé quants Antics Alumnes de la UPF viuen a Madrid, però segur que molts hi viatjen sovint per feina, ja que ara, amb l’arribada de l’AVE et plantes a Atocha en poc més de dues hores i mitja. És com agafar el metro a l’estació de Sants per fer un recorregut una mica més llarg de l’habitual, i canviar de ciutat enlloc de canviar de barri. Si heu estat a Madrid us haureu adonat que és molt més bulliciossa que Barcelona. Que si la capital catalana és gran, la madrilenya és enorme, i que les possibilitats generals per fer qualsevol cosa, sobretot a nivell cultural, es multipliquen.

Caminant pels carrers de Madrid, un se n’adona que està envoltat de teatres, de sales d’exposicions, de museus i de cinemes i que als cinemes els cartells están pintats. És a dir que hi ha retrats –més o menys afortunants- del Richard Gere o de la nena de Camino enlloc de les tradicionals fotos publicitàries de les pel.lícules. També és curiòs el fet que no hi ha dia que passi a Madrid sense que et trobis un personatje televissiu pel carrer. Aquí és molt probable trobar-se a la Eva Hache comprant el peix al mercat, a l’Aída sopant a la taula del costat a un restaurant o tenir com a veï al Tamar Novas, el nebot del Bardem a Mar Adentro (tots tres fets verídics ocorreguts la setmana pasada).

Però més enllà de l’atzar i el fet de semblar que visquis en un gran plató de televissió por un pul.lulen dessenes d’actors i actrius que van apareixent a les series de Telecinco i Antena 3, aquesta ciutat té una gran quantitat de racons per descobrir i d’experiències per viure. Podria aconsellar les activitats típiques que s’han de fer a Madrid: menjar un entrepà de calamars a la Plaza Mayor, veure una cervesseta i una patates fregides al Retiro el diumenge al matí –quan més que un parc semblen les Rambles un dissabte a la tarda- o visitar la Puerta de Alcalà mírala mírala.

Tot això està molt bé, sí, però si hi ha temps i ganes, no hi ha res com passejar pels voltants del Palau Reial de nit. Veure aquest edifici grandiòs il.luminat per unes llums tenues mentre camines pels seus jardins solitaris no té preu. Tampoc té preu passar-se una hora davant del Jardí de les Del.lícies, al museu del Prado, observant tots els detallets que El Bosco va tenir la paciència de pintar. Perdre’s pel barri de Malasaña i escollir, a l’atzar, qualsevol dels moltíssims locals que hi ha escampats és una altre activitat recomanable. Però com us he dit, hi ha tantes activitats recomanables com persones habiten aquesta metrópoli, és a dir, milions. I poc a poc, intentaré descobrir-lesper anar-les explicant en aquesta secció madrilenya de la revista AnticsUPF.